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Roma es la más bella

Si, Roma es la más bella de las capitales europeas que conozco. Me encanta la luminosidad de Lisboa, pero Roma me parece la más maravillosa de las caóticas bellezas.


Roma vibra y te hace vibrar, Roma te activa todos los sentidos. Te activa el oído con su ruido palpitante y con su gente hablando con acento romano, con su “Daje” con su “Ammazza”. Te activa el olfato con el olor a su comida o el olor a incienso de las iglesias (o a veces el olor a basura de la calle.. jajaja.). Te activa el gusto en cada restaurante, en cada heladería, tomándote un café o un aperitivo. Te activa la vista con tantas y cada una de sus bellezas.


Sin duda lo que más me gusta de Roma no son sus monumentos, en su movimiento frenético, es poder perderme en sus calles.



En septiembre de 2019 estuve allí por última vez. Ya había estado dos veces antes y me había gustado mucho, pero siempre había hecho el “trayecto turista”. Esta última vez hice también el “trayecto turista” durante los primeros días de mi estancia allí que estaban mis padres y visité las cosas clásicas: el coliseo, el foro romano, San pedro, el vaticano... los sitios típicos.


Pero tuve la suerte de poder quedarme esa vez durante unos días más y pasear sola la ciudad. Esa vez conocí lugares por los que nunca había pasado, y de los que os voy a hablar un poco.


Barrio Monti


En realidad, no recuerdo muy bien como llegué hasta ahí caminando. Era un día lluvioso. Si, sorprendentemente estaba lloviendo bajo el cielo azul de Roma. Recuerdo que era domingo y al ser un domingo lluvioso el barrio estaba extremadamente silencioso. Se podían adivinar pequeños negocios que tal vez abrían entre semana, así como restaurantes. Algunos edificios estaban llenos de enredaderas en sus paredes, dándole un encanto particular al barrio. Recuerdo una plaza con una fuente, he debido buscar en internet para poder refrescar la memoria y creo que tal vez era la Plaza de la Madonna dei Monti. Estaba tan ensimismada en mi paseo y mis pensamientos que ni tan siquiera hice o conserve alguna foto de este barrio, pero lo recuerdo con sus subidas y con su tranquilidad de un domingo de septiembre. Recuerdo también pararme a tomar un café en un sitio muy local donde no había turistas. Me parecía que había salido del trayecto turístico para adentrarme en una parte de la verdadera Roma. Intentaba escuchar y hablar italiano con la gente de los negocios, pero mi acento y mi poco conocimiento del italiano me delataban.


Giardini degli Aranci


El mismo día lluvioso, fui caminando hasta el Gardini degli Aranci que se encuentra sobre el monte Aventino, uno de los 7 montes o colinas de Roma.


Gracias a la lluvia que caía aquel día, el parque estaba bastante vacío. Otra de las cosas que me encantan de Roma son sus pinos piñoneros que se ven en algunos parques, plazas o sobre todo el recorrido de la via appia antica (de la que os contare luego). Estos pinos también se encuentran en estos jardines, además de ¿cómo no?, sus maravillosos naranjos a cada lado del parque.


El parque cuenta con un espectacular mirador desde el cual se puede adivinar a lo lejos la cúpula de San Pietro o más cerca el rio Tíber.


Por cierto, otra de las cosas que hice esa última vez en roma fue pasear a lo largo del rio Tíber, si bien no siempre está cuidado, es otra forma de descubrir la cuidad de una forma tranquila.




Via Appia antica


Gracias a mi amigo Valerio, que me recomendó ir a la Via Appia antica , descubrí mi lugar favorito hasta el día de hoy de Roma: la Via Appia Antica. Esta fue una de las calzadas más importantes del Imperio Romano. Se la conocía como Regina Viarum (la reina de las calzadas).


Llegar a ella es como sumergirse en una máquina del tiempo. Esta calzada cuenta con mausoleos, catacumbas, restos de villas, hasta un circo.





Es impresionante como puedes recorrer kilómetros y kilómetros de historia en una sola vía. Yo la recorrí en bicicleta. Era un día super agradable del fin de septiembre y corría una brisa que hizo de aquel paseo y de aquel día uno de los que se quedaran en mi memoria para siempre de Roma. Espero volver pronto para descubrir más de esta maravillosa calzada.



Ostia


Si bien Ostia ya no es parte de Roma, está muy cerca de ella y se puede considerar una de las zonas balnearies de predilección de los romanos por su cercanía a la gran ciudad.


En mi último día del periplo por Roma, y dado que eran los últimos días de septiembre, decidí tomármelo tranquilamente e irme a la playa de Ostia, concretamente a uno de sus “Cancelli”. Si bien no recuerdo cuál de ellos era, pase allí un día caluroso de finales de septiembre. No puedo decir gran cosa de aquel día, lo que os puedo contar es que me comí uno de los platos que más me gustan de Italia “spaghetti alle vongole”, que leí un libro sobre la arena, que me di un baño en el mar mediterráneo y que observé a la gente hacienda windsurf y que después de una semana caminando 15 km diarios por Roma, aquel plan me parecía el mejor para cerrar unas vacaciones que se quedaran en mi memoria.




Sigo pensando que Roma es la más bella, y si todo va bien Roma me verá de nuevo en mayo de 2022 donde pasare unos días con mis amigos Erasmus en nuestra reunión anual después de conocernos ya hace 14 años.

Prometo perderme por ella, prometo volver a encantarme... aunque estoy segura que no deberé hacer mucho esfuerzo.




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